Me apetece comenzar mi experiencia bloggera contando la historia de mi foto actual del perfil.
La instantánea la tomé el pasado 12 de noviembre de 2011, alrededor de las 19:00 en la Cuesta de Santo Domingo de Pamplona. Mi intención original era sacarme una fotografía en un lugar lleno de buenas vibraciones. Un rincón donde mucha gente antes de jugarse la vida en el encierro, invoca a los espíritus y se arenga en el valor y la fuerza.
Así que paré el motor de la moto, situé la cámara, programé el disparador y me lancé hacia mi posición. Estaba a punto de conseguir uno de los objetivos que me había marcado y estaba feliz. Sonó el click del disparador de la cámara y relajé mi posición. Ya con calma me dirigí a la cámara y al comprobar el resultado de la fotografía observé que había captado también la imagen de una niña que miraba toda la escena. Levanté la mirada de la cámara y allí estaban sus dos grandes ojos incisivos y curiosos observando la película de lops hechos.
La foto era perfecta, no hacia falta hacer otra toma y todavía tenia pendientes otros objetivos para esa noche, asi que recogí la cámara y me dispuse a subir a la moto. De nuevo, los ojos de la niña rasgaban mi actividad y me hacían frenar. Esta vez, su mirada estaba acompañada de movimiento. Con pasos pequeños pero decididos se acercaba a mi. Su mirada era cada vez más penetrante, me sentía incapaz de ver otra cosa más allá de esos ojos. Sin apartar la mirada subí a la moto pero no la arranqué, tenía a la niña a menos de dos metros.
Me es imposible saber cuanto tiempo pasamos mirándonos inmóviles pero tengo la sensación de que no fue poco. Pero al final el hechizo se rompió, "Señor!" dijo con voz infantil pero firme. Y mientras la realidad aparecía de nuevo a mi alrededor continuó "¿Puedo pasar?". "Claro" le dije "Pasa sin miedo". De nuevo sus pasitos, pero esta vez su mirada estaba dirigida al suelo ya que la posición de la moto dificultaba su paso.
Mi retrovisor me mostraba como la niña se alejaba poco a poco, aunque de vez en cuando volvía a dirigr su mirada hacia mi durante algunos segundos. No me moví hasta que la niña desapareció de la nitidez del retro, y aún después seguí unos minutos más encima de la moto parada, reflexionando sobre la experiencia que acababa de pasar. Todavía no tengo claro lo ocurrido, y posiblemente nunca lo sabre a ciencia cierta. Aunque quiero culpar de la experiencia a las 10 horas que llevaba de ruta y al cansancio que había acumulado, hay preguntas no resueltas:
¿Qué hacía una niña que no superaba los 6 años sola a esas horas de la noche?
¿Por qué pasó eso en un lugar con gran carga emocional?Y lo más extraño ¿Por qué tengo la sensación de que me ha pasado algo importante?
Tengo la impresión de que esa niña es una persona especial, alguien que en el futuro hará cosas relevantes. Pero por ahora sólo me queda el recuerdo de sus ojos penetrantes que espero algún día volveré a ver.
Un abrazo desde Iruña.
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